Mujeres que alzaron la voz, es un homenaje a aquellas que decidieron juntar fuerzas y ofrecer un camino solidario, intenso y muy original. Al leer este libro hay que retroceder en el tiempo y situarse en la época de las cruzadas, el abandono del campo y el crecimiento de las ciudades.

Como antigua investigadora del "Instituto de Estudios Vascos" tuve la suerte de iniciarme en el terreno de la investigación histórica dándome cuenta de que la historia es de alguna manera ficción, sobre todo cuando se trata de la historia de las "sin voz". Al ser mujeres místicas que se enfrentaron al poder de la Iglesia quedan pocos vestigios de ellas, es más Margarita Porete fue quemada en la estaca junto a sus libros. La religión pertenece hoy en día al mundo de los hombres, por eso es fuerte descubrir cómo las beguinas decidieron apoyarse entre ellas, educarse y cuidarse, formando comunidades independientes que subsistieron durante 8 siglos. No hacía falta pronunciar votos, ni rechazar la propiedad privada. Trabajaban para ganarse el pan, combinando la vida contemplativa con la acción social y sus lema era el gozo al obrar. Algunas de ellas fueron las iniciadoras de la escritura en su lengua natal, es decir las primeras escritoras en lengua vernácula de sus respectivos países.